Es la #AOS25, voy dopado hasta las trancas de ibuprofeno, antibióticos y probióticos y mi cabeza rebota a cada paso gracias a una sinusitis épica. Hacemos el marketplace y sale una buena: Fidelizar al cliente con la agilidad de Vicente Jareño Molina, «debate sin bate», y sale el tema:
- ¿Se puede fidelizar al cliente con agilidad? Se puede, pero como dice el chiste: ¿Cuántos agile coaches hacen falta para cambiar una bombilla: Uno, pero la bombilla debe querer ser cambiada antes.
Y ahí iba mi dardo: se puede, si el cliente quiere. Si el cliente esta dispuesto a aceptar:
- incertidumbre,
- cambio, y
- ajustes en el presupuesto.
En tiempos de crisis -y creo que ahora mismo estamos en una, pero es otro debate- igual el cliente se siente más cómodo con un contrato cerrado que con un contrato abierto y exploratorio.
¡Chaparrón! ¡Qué has dicho Víctor!
La incómoda verdad de los contratos
¿Espera, me quieres decir que tus clientes están contentos con contratos abiertos y exploratorios siempre en los que el alcance, el presupuesto y el tiempo están abiertos 100% pero hay una cifra puesta?¿Siempre? Ostras enhorabuena, no sigas leyendo, pero si tus contratos no son así, estás conmigo, en mi misma trinchera.
Claro: aceptar un contrato de coste, alcance y tiempo cerrados es transferir el riesgo al proveedor y eso no pasa nunca, ¿verdad? Guiño, Guiño…
Los taxis… (y la pasta)
Y ahí va mi analogía: estás en una ciudad que no conoces, con un idioma que no dominas, te subes a un taxi y le pides que te lleve a un sitio. El tipo te responde: «no sé por dónde queda, pero vamos a ir tirando y preguntaremos por aquí y por allá a ver qué nos digan». No hay GPS… y tú incurrirías en roaming para validar que te acercas… Pero el taximetro funciona.
El ejemplo es malo aposta. pero va de eso: confianza, y después fidelizar. Tú te has subido, tú te has fiado de ese taxi (o quizás no tenías mucho más dónde elegir). Y seguramente la aventura del viaje incluya adelantamientos raros, cambios de sentido y por momentos falta de control total y absoluta. Pero el taximetro funciona.
La pasta del sprint
Una pregunta directa que pocos se atreven a hacer: ¿cuánto cuesta realmente un sprint? La respuesta es siempre la misma, independientemente de si se alcanzó el sprint goal o no. Sin embargo, rara vez tenemos la valentía de comunicar transparentemente: «Este product increment ha costado exactamente X euros.»
La situación se vuelve especialmente incómoda cuando llegamos al final de un sprint con las manos vacías y debemos justificar una inversión de 60,000 euros sin entregables tangibles. Este «vacío de 60K» representa uno de los desafíos más difíciles de comunicar en entornos ágiles.
Hemos aprendido mucho, no hemos entregado nada y nos hemos comido todo esto. No queda bien… Tú no puedes pagar la hipóteca con «aprendizaje». Pruébalo y me cuentas.
El Tabú del Presupuesto en Productos
Una de las cosas que me ennervan mucho es que cuando ves el típico post de producto vs proyecto la dimensión budget está en proyecto y no en el producto, como si el budget del producto fueran billetes del monopoli. No te engañes querido PO, tienes un budget. Pero hay más: querido amigo SM: tú te comes parte de ese budget (deberes: justifica qué value for money representas).
Por concluir:
La agilidad puede ayudar a fidelizar al cliente, pero requiere de conversaciones honestas sobre incertidumbre, riesgos y sí: dinero. Cuanto antes aceptemos estas realididades mejor podremos ayudar a nuestros clientes y construir relaciones sostenibles.
El taxímetro sigue corriendo, la pregunta es si somos transparentes sobre a dónde estamos yendo.
¿Serás transparente ahora e incluirás el coste del incremento en tus métricas?