Han pasado ya unas horas de la #CAS24 y las palabras de Xabi Albadalejo no dejan de resonar en mi cabeza, llevamos 15 años queriendo trabajar bien, y aquí seguimos… la conversación siguió en el aftercas con Joserra e Israel sobre lo mismo… y meses antes con un colega hablaba de cómo Scrum nos ha fallado: no hemos llegado al nirvana ágil de sentirnos bien con lo que hacemos, de trabajar bien.
Y mira que somos iterativos e incrementales, y que hacemos dailies, y plannings, y retros, pero no hay forma.
El viernes llegaba una clave: you’re doing it wrong: has elegido scrum y no tienes equipos dedicados, Adrian Perreau dió con mi talón de aquiles. Y el caso es que lo sabía, para llegar al nirvana ágil no hay atajos. Y sé que los cogí: me he equivocado y no volverá a pasar. Deja que te cuente mis errores.
Error número 1: elegir el framework equivocado.
¿A qué has empezado en esto con Scrum? Ey! me too!, pero igual no deberías por que… ¿Dónde está tu producto? ¿Tienes equipos 100% dedicados y con foco o la gente está a mil cosas? ¿Hay presencialidad? Ey, no te enfades conmigo que el telework mola, pero uno de los requisitos era lo de vernos las caras… Espera, ¿qué es eso de tienes un equipo de QA separado?, no no no… Tus profesionales deberían ser capaces de hacerlo, (¿T-shaped skills recuerdas?). Pero claro es complejo admitir que Scrum es un error (en tu contexto).
¿Por qué? Pues coñe, porque si la encuesta ágil de turno dice que es lo más usado y que va chupiguay, a ti te tiene que funcionar, ¿no? Se te olvida una cosa, esto va de adaptarse.
Error número 2: Los roles.
Consecuencia del anterior, has elegido scrum y tu panda de PMS no encuentran acomodo fácil. También a tus «Senior» Y tus «Leads» les va a sentar mal que les despojes de sus medallas ganadas en mil batallas.
Y claro, está el organigrama funcional que debes respetar y la gente de tu equipo pseudodedicado tiene reporting lines diferentes a las tuyas, si ya el PM tenia poca autoridad, ¿ahora qué?
- Dejarle a un cliente externo el rol del PO sin que sepa que esperas de él es un problema, que el PM actue de PO proxy puede ser un coladero de sesgos cognitivos… pero si el PM pasa a ser el SM también hay consecuencias: «Fechas, dime fechas por dios!», o «esto es para mañana»
Error número 3: al final alguien tiene que cerrar esto…
Y aquí estamos, querido lector, intentando cerrar un ciclo que empezó con una promesa de nirvana ágil y terminó con resacas de dailies y sprints que no llevaban a ninguna parte. Porque al final del día, alguien tiene que ponerle los cascabeles al gato de la agilidad y admitir que nuestra agilidad es como leer un manual de como follar, pero no practicar nada.
La verdad incómoda es que nos Agile se convirtió en una religión y Scrum como una orden religiosa (los scrumitas), pero nos saltamos el pequeño detalle de que las religiones requieren fe y sacrificio. Sacrificios que no estábamos dispuestos a hacer en los cambios organizacionales: dedicación real de equipos, autonomía verdadera, confianza plena, y —traguen saliva— inversión auténtica.
Nos quedamos con los rituales y abandonamos el espíritu. Hacemos stand-ups donde nadie se levanta del asiento, retrospectivas donde solo miramos atrás para justificar por qué no podemos avanzar, y plannings que son más negociación de rehenes que planificación colaborativa.
¿El resultado? Una versión zombificada de la agilidad. Un muerto viviente metodológico que camina por nuestras organizaciones diciendo «cerebrooooos» cuando lo que realmente necesitamos es voluntad, ganas y atrevimiento para hacer las cosas bien.
Deja de fingir que haces Scrum cuando sabes perfectamente que no cumples los requisitos básicos. Llámalo como quieras —Scrumbut, Scrumfall, WaterScrum— pero no te engañes. Y sobre todo, no engañes a tu equipo haciéndoles creer que el problema son ellos.
Si quieres realmente salvarte, empieza por elegir un enfoque que encaje con tu realidad, no con tus aspiraciones. Kanban es más flexible, XP se centra más en la calidad técnica, o inventa tu propio marco adaptado a tus circunstancias. La magia de Agile nunca estuvo en la metodología concreta, sino en los valores: individuos e interacciones sobre procesos y herramientas, ¿recuerdas?
Ah, y una cosa más: la próxima vez que vayas a una charla de agilidad, pregúntate si estás buscando soluciones o simplemente validación para seguir haciendo lo mismo esperando resultados diferentes.
Como diría un coach ágil pasado de café: «Ey, emosido engañado, pero solo porque quisimos creer en cuentos de hadas corporativos».
Nos vemos en la próxima charla motivacional, donde seguiremos fingiendo que el problema está en la metodología y no en nuestra cobardía para cambiar de verdad.